

MALALA
“Por eso hay que hacer de Malala una bandera, porque las representa y nos representa, porque es el símbolo de la libertad y la convivencia. Levantémosle estatuas en los parques, que las avenidas principales de las ciudades del mundo lleven su nombre, llamemos a las recién nacidas como ella, hagamos que todo este dolor tenga consecuencias luminosas. Malala para siempre. Muchas gracias, niña.” Asi terminaba Rosa Montero este bellísimo artículo que le dedicaba a Malala.
Desde que me entere de la existencia de Malala, no he podido hacer otra cosa que interesarme por esta niña paquistaní, que ha logrado conseguir mi admiración y la de medio mundo, con tan sólo 15 años.
Malala no tuvo miedo, no miró hacia otro lado ante lo que estaba aconteciendo a su alrededor, concretamente en Mingora, la principal ciudad del Valle de Swat. No pensó que quedarse quieta y callada era la mejor opción, y que poco o nada podrían valer las palabras escritas en un blog de una niña tan pequeña. En definitiva, Malala no se dio por vencida y alzó la voz a favor de las niñas ,que como a ella, el opresor régimen taliban le había prohibido la asistencia a la escuela.
Pudo haberse resignado y ceder a las presiones de los talibanes, que varias veces la habían amenazado de muerte, pero la fuerte Malala soñaba con una vida mejor. Escribía en su blog: “Tengo derecho a la educación, a jugar, a cantar, a ir al mercado, a que se escuche mi voz” . Qué desgarrador resulta que los sueños de una niña, sean cosas que a la mayoría de nosotros nos resultan tan cotidianas.
El 9 de octubre de 2012, cuando Malala regresaba de la escuela, un miliciano del TTP intento arrebatarle la vida, le disparó con un fúsil y una bala le atravesó el cráneo. Tuvo que ser intervenida quirúrgicamente y a día de hoy sigue recuperándose en el hospital de Birmingham (Inglaterra).
Estos tiranos que no merecen respirar el mismo aire que ella respira, intententaron acabar con su vida y con sus palabras, que en ocasiones pueden hacer más daño que las balas. Tuvieron miedo, miedo de que las conciencias se revolvieran, y de que se pusieran en entredicho sus repulsivas ideas que pretenden imponer infundiendo terror.
Estos cobardes querían silencio y han conseguido ruido, porque Malala no está sola, tras su intento de asesinato numerosas voces se unieron a la suya desafiando al régimen talibán, incluso compañeras de la niña salieron a manifestarse por las calles de Paquistán.
Ojalá el mundo estuviera lleno de Malalas, ojalá se recupere pronto, ojalá vuelvan pronto su sonrisa y sus palabras. Porque el mundo necesita héroes, y Malala es una heroína de las de verdad, que posee un gran superpoder: el coraje.